La ropa de comunión niños ha dado un cambio bastante grande en los últimos años. Ahora hay muchas alternativas para ellos, como los trajes de lino o trajes de vestir que son tan elegantes como los de un novio en miniatura. A fin de cuentas, ellas también se visten de pequeñas novias.
Pero para quienes les gusta lo tradicional, lo retro está de moda. Hablamos de los típicos trajes de marinero o almirante, pero ahora con un aire muy renovado que hace que se vean actuales y mucho más divertidos. Un niño de ocho años de hoy no es como un niño de ocho años de los años sesenta o setenta y, lógicamente, no puede vestirse de la misma manera. Los tejidos frescos y ligeros de algodón con cuello marinero sustituyen a aquellos trajes almidonados. Y el azul claro al azul marino tan típico de los uniformes.
En cuanto a los trajes almirante, las chaquetas rígidas y formales son ahora de corte más holgado y de tejidos como el lino o el algodón fino, mucho más fáciles de vestir. Los adornos en las hombreras y los cordones son más sencillos para que el niño pueda sentirse cómodo y no se sienta demasiado encorsetado en el traje.
De esta forma, se cumple con la tradición para aquellos que gustan de una comunión de las de toda la vida, pero, a la vez, se hace de una manera mucho más actualizada y atractiva para que el niño no sienta que está pasando por un ritual anticuado al vestirse, sino que encuentre prendas modernas, divertidas y que encajan con su forma de ser y de moverse.
Los colores no tienen siquiera que ser azules, de hecho, hay marineros en tonos beige en camisolas de lino en tono crudo que son una auténtica delicia y que no tienen nada que envidar a los trajes de siempre en cuanto a elegancia. El blanco y negro también es tendencia, siendo muy elegantes y sofisticados.
La elección de pantalón largo o corto va a depender de los gustos de la familia y del niño y también del clima. Las comuniones suelen ser en mayo, pero no es lo mismo un mayo en el sur que un mayo en el norte de España, por mucho que los niños tengan fama de no sentir frío en las piernas, como solían decir las abuelas.